Al concluir el segundo Congreso de Salud, Vida y Familia, imploro la bendición de Dios para los organizadores y, especialmente, para todas las familias de los participantes de la Provincia eclesiástica de Yucatán, como también para los fieles de las otras diócesis que han acudido a este evento. Les propongo las siguientes CONCLUSIONES, las cuales podrán ser reflexionadas y aplicadas oportunamente:
1. "La familia es el patrimonio de la humanidad” para las generaciones actuales y venideras. Hemos heredado este patrimonio, que debemos custodiar y promover. Es un deber primordial de los progenitores enseñar a las nuevas generaciones el valor, la identidad y la función personal y social de la familia.
2. La familia está fundada en el matrimonio, como una unión sólida, estable y en comunión, creando un vínculo indisoluble hasta la muerte entre el hombre y la mujer. Esta institución natural, bendecida por Dios, debe ser reconocida y protegida por la autoridad civil y, a su vez, apreciada y vivida por toda la comunidad humana.
3. La adopción es un acto sublime de bondad y una expresión exquisita de caridad, que la Iglesia promueve principalmente en los matrimonios que no han podido tener hijos. Sin embargo, subrayamos el derecho de los niños sin hogar de encontrar un padre y una madre, unidos en matrimonio, que puedan darles el amor que necesitan para crecer y madurar en la vida.
4. En la defensa coherente de la vida humana, la Iglesia sigue esforzándose con valentía y perseverancia a "ser voz para los que todavía no tienen voz”, primordialmente en la proclamación clara y precisa del inicio de la existencia humana desde la fecundación y la denuncia de los abortos que se provocan, como crímenes nefastos contra la vida y la dignidad de la persona humana.
5. Como sabiamente nos enseña Su Santidad Benedicto XVI, en su primera encíclica, Deus cáritas est, el amor sensible, con su nobleza y dignidad, cuando va acompañado del amor benevolente, adquiere una dimensión más profunda y duradera, como se expresa en las familias y comunidades que se han propuesto vivir en la fidelidad y santidad de vida.
6. "El amor de la familia sana y da vida”. De acuerdo al lema del Congreso que hemos celebrado, "el amor de la familia sana”, porque purifica la mente y alivia el corazón de cada uno de los miembros de la familia, concede la fortaleza de espíritu para afrontar las pruebas y dificultades y ayuda eficazmente a experimentar el consuelo, el perdón y la paz, como camino auténtico hacia la salud integral y la salvación eterna. También "el amor de la familia da vida”, porque, desde la creación del hombre y la mujer, Dios bendice la unión íntima de los cónyuges, dando lugar normalmente a la procreación e infunde el aliento de vida. En efecto, todo ser humano, desde el vientre materno, es amado por Dios y espera que, responsablemente, propiciemos un hogar que lo reciba dignamente y con amor.
7. Los jóvenes son la esperanza de la Iglesia y del mundo, porque con su fuerza y alegría alientan a las otras generaciones a avanzar y renovarse permanentemente. La Pastoral Juvenil brinda un grande y eficaz apoyo a los jóvenes, sedientos de amor, los cuales aprenderán un camino de afectividad sana y equilibrada y de castidad, como discípulos misioneros de Jesucristo, y serán capaces de animar a muchos otros en su respuesta a Dios.
8. Todos tenemos por Padre a Dios, como Cristo nos enseñó, y nadie debe sentirse solo dentro de la gran familia de Dios. Las familias cristianas no deben permanecer con los brazos cruzados, mirando con indiferencia y lejanía las adversidades que afectan a otros grupos humanos; en cualquier situación en que se encuentren, podrán asumir actitudes cada vez más solidarias y fraternas. La pastoral familiar tendrá que reunir esfuerzos para esta importantísima tarea.
9. Reconociendo la necesidad de orar confiadamente y en todo momento, hemos revivido el lema de la cruzada de oración a favor de todos los hogares, recordando que: "La familia que reza unida, permanece unida. Un mundo que reza, es un mundo en paz”.
10. Finalmente, exhorto a todos los congresistas a considerar la importancia de formar redes, asociarse y juntos deliberar y actuar, bajo la sabia orientación de sus Pastores, para amar la vida y la familia, regalos de Dios confiados en nuestras manos.
Suplico, con todos ustedes, la valiosa intercesión de la Sagrada Familia, a fin de que Dios todopoderoso ilumine sus hogares con la vivencia armónica de las virtudes domésticas, como las vivieron María y José en su casa nazarena, y fortalezca intensamente a cada una de sus comunidades para llevar a cabo la importante misión de la familia, como testigos del amor de Cristo en el mundo.
Centro de Convenciones Yucatán Siglo XXI,
Mérida, Yucatán, México. 31 de enero de 2010.
† Ennio Card. Antonelli
Presidente del Consejo Pontificio
para la Familia
